Esparta global

Dos cosas tiene la globalización que no se atreven a contar los tertulianos de la tele, una es que se jodió todo el misterio y la otra es que se caga la perra.

Vas con tu coche camino de Esparta emocionado por el peso de la historia y de las batallitas universales, Esparta 50, Esparta 28, Esparta 9, venga que ya llegamos, y justo a la entrada de la legendaria ciudad vas y te encuentras un Lidl. Toma ya. Se caga la perra. (Que si le hubieran puesto Lidlónidas...). No me puedo quitar de la cabeza imaginármelos comiendo los yogures esos alemanes pero de 5 litros, "y hasta que no te lo acabes no te vas a jugar"; de lo que me imagino que harán con los pepinillos agridulces ya ni hablamos.

La verdad es que ya nos habían avisado de que la actual Esparta es sólo una calle muy larga. Lo cual viene muy bien si vas escuchando la radio en el coche y oyes un anuncio de una taberna en la calle tal número 32, ya que la calle tal no tiene pérdida, es "la única". Por cierto que en la taberna creo que cometí un sacrilegio: venga los espartanos a luchar veces y más veces contra los persas y voy yo y me pido un kebab, en Esparta; que a pesar de que los griegos le llamen gyros, no deja de ser un kebab turco: se jodió el misterio.

De todas formas, la actual Esparta es una ciudad en la que se ve mucha vida, sobre todo mucho chaval en edad de instituto saliendo de marcha. Mientras me zampo el kebab me imagino de profesor en un instituto espartano poniendo problemas a tutiplén, 300 problemas cada día, por ejemplo.

Me dejo de ensoñaciones y nos vamos con el coche hacia otra ciudad. Al otro extremo de la calle, saliendo de Esparta, nos espera la puntilla para derribar un mito: hay un macro Dia. Bienvenidos a la aldea global.